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EL ESFUERZO COLECTIVO COMO RESPUESTA
Sobre la obra «Cuando la fe mueve montañas» de Francis Alÿs
Autor: Ariel Stivala




Francis Alÿs (1956) es un artista nacido en Amberes, Bélgica que desarrolló gran parte de su trabajo artístico en México, país al que emigró en 1986 dejando atrás su profesión de arquitecto.

En el año 2000, un mes antes de la declaración de vacancia de la presidencia por incapacidad moral de Alberto Fujimori en Perú; Alÿs visita la 2° Bienal Iberoamericana de Lima. Tras una década de violación a los Derechos Humanos, corrupción, concentración de poderes y dominación de los medios masivos de comunicación por parte de la clase gobernante; el pueblo peruano comenzaba a recuperar las calles y los espacios públicos. Por su parte, la censura había devastado la posibilidad de construir y fortalecer un universo simbólico colectivo como resultado de, en palabras de Guy Debord, una espectacularización de la sociedad que sirvió como elemento de distracción para ocultar los padecimientos del pueblo. Era necesario, entonces, revitalizar los valores y emblemas de pertenencia compartida, resignificar las ideas de Patria, ciudadanía, democracia y política. Numerosa cantidad de artistas se pusieron al hombro la empresa, como el Colectivo Sociedad Civil (CSC) que creyó, como muchos años antes lo había creído Walter Benjamin, que ante la estetización de la política fascista de Fujimori se hacía necesaria una politización del arte que permitiera la reapropiación simbólica con la participación activa de la población, eludiendo la lógica modernista y los espacios tradicionales de circulación del arte. Su proyecto más emblemático fue Lava la bandera donde se convocaba a las personas a acercarse una vez por semana a la fuente de la Plaza Mayor de Lima para lavar sus banderas peruanas como ritual colectivo. Pronto la acción se fue replicando en otras partes del país.

Este era el escenario con el que se encontró Francis Alÿs cuando visitó Perú. Por eso, cuando lo convocaron para la 3° Bienal de Lima pensó que la situación social peruana necesitaba una respuesta épica. Como ya había trabajado en anteriores proyectos, decidió que su propuesta para la Bienal debía estar vinculada a este contexto. Gran parte de su praxis artística está vinculada a la idea de realizar acciones que requieran de un gran esfuerzo para obtener resultados mínimos. Como cuando desplazó un bloque de hielo por las calles de DF (México) hasta que desapareciera o cuando en Panamá dedicó varias horas a repintar las líneas de una calle que ya casi nadie transitaba.

En este cuerpo de obras podríamos ubicar, también, a Cuando la fe mueve montañas que inauguraría una nueva línea para su trabajo donde la participación activa de una gran cantidad de colaboradorxs se convierte en el elemento principal para la construcción metafórica; a diferencia de los anteriores que el artista realizaba casi en solitario.

Cuando la fe mueve montañas consistió, tal como lo define Alÿs, en un proyecto de desplazamiento geológico lineal donde se emprendía la tarea de desplazar una duna ubicada en las afueras de Lima a diez centímetros de su lugar original. Quinientos voluntarixs, en su mayoría estudiantes de arquitectura, abastecidxs con palas formaron un línea en la base de un médano de arena de 500 metros de diámetro avanzando como un gran peine humano. No fue un trabajo de excavación, sino de desplazamiento de superficie. La línea de apaleadorxs avanzaba invirtiendo un esfuerzo programado, que correspondía a unos cuantos movimientos repetitivos bajo un sol que azotaba fuerte. Alÿs y sus colaboradores Cuauhtémoc Medina González (México) y Rafael Ortega (Perú) buscaban convertir un hecho artístico en una metáfora política. La acción fue completamente efímera, al día siguiente nadie podría haber reconocido que en ese lugar se realizó una acción artística colectiva. La verdadera repercusión de la obra radica en el llamado a reflexión. «Estábamos tratando solamente de sugerir la posibilidad del cambio», dijo Alÿs, «y provocó, aunque fuera por un día esta ilusión de que las cosas podrían acaso cambiar»

«El día anterior me pareció muy grande, cuando fuimos a probar las palas. Porque éramos diez personas las que estábamos ahí.», dice Richard Pereles, el presidente del Centro de Estudiantes de Arquitectura encargado de reclutar a lxs voluntarixs en la Universidad; «Pero cuando llegué y vi la fila de las 500 personas que estaban ahí, la duna se hizo más pequeña.» Cuando la fe mueve montañas generó una metáfora para demostrar que la salida siempre es colectiva, 10 personas no hubieran podido completar la tarea pero el esfuerzo aunado de 500, sí. Que el objetivo fuera totalmente absurdo, como mover infinitesimal-mente una montaña de arena que a nadie le importaba, no hizo más que potenciar la acción poética e instalar la idea de que cualquier cambio es posible si unimos nuestros esfuerzos.



• Podés descargar el libro editado sobre la obra en la página web de Francis Alÿs - Descargar



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