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EL PROXIMO MUNDO
Texto: María Belén Nieto Martinez
Imagen: Gastón Bravo Almonacid




Me pregunto ¿Cómo recordaremos esta experiencia dentro de 20 o 30 años? ¿Cómo se reconstruirá el mundo y cuál será la memoria que tendremos de la pandemia y del encierro? Existe un diálogo entre el presente y el futuro, que es constante y diverso para cada une, aun estando inmersos en una sociedad que atraviesa el mismo trauma.

Para poder interpretar lo que está pasando y cómo lo recordaremos Paula Pérez, Licenciada en comunicación social y especialista en comunicación digital opina: “Lo que más me impacta es cómo los hábitos y la vida cotidiana se transformaron y obviamente se puso en primer lugar el tema de la Internet, tener computadora, cámara web, hacer cursos para poder usar los programas. Mucha gente no sabía usar zoom o las llamadas por whatsapp, por más simple que nos parezca a los que usamos las tecnologías todos los días. Hoy mucha gente grande aprendió a resolver por ahí. Tuvimos que readaptarnos y resolver en muy poco tiempo.”

Florencia Larralde Armas, es Licenciada en comunicación social y posee una Maestría en Historia y Memoria. Ella considera que, “La tecnología es una herramienta. En esta pandemia, no sé cómo hubiera sido la realidad sin la tecnología. Creo que se pudieron sostener muchas cosas, en el medio de un proceso histórico mundial nunca visto. En este sentido hay una cuestión positiva de poder sostener los vínculos, las relaciones laborales y la educación.” Luego continúa su respuesta respecto de esta inquietud sobre la utilización del zoom, las plataformas similares y la “desregularización” de los horarios como consecuencia del encierro. Ella cree que como a todo, hay que regularlo. “Siempre están las fronteras que se pueden pasar o no. Porque si no, no hay corte. Es un continuo producir, trabajar y hablar con otros. Cada uno desde su individualidad tendrá que ir regulándolo para mantener la salud mental y también hay una cuestión social por la que tiene que haber una regularización de los derechos laborales.” Es así que hace muy poco surgió la Ley de trabajo 27.555 que retomaremos más abajo.

Con lo primero que yo me encuentro al pensar el límite de la existencia social en pandemia, es con el viejo concepto de brecha digital. Venimos estudiando, haciendo análisis sobre las diferencias en la posibilidad de acceso a las tecnologías y sobre las secuelas que esto deja en el mapa social desde el siglo pasado. Sin embargo. todavía no nos ponemos a pensar y a debatir seriamente qué es el software libre y cómo generar la posibilidad de que todes tengamos acceso a la conectividad. Al menos en Argentina, no existe debate público serio al respecto. Mientras tanto las comunicaciones y la calidad de las mismas, siguen estando direccionadas y repartidas por las empresas monopólicas, como en tantos otros países del mundo.

Según datos del mes pasado, publicados por el INDEC , el 82, 9 % de los hogares tiene acceso a Internet y un 60,9 % a computadora, de los cuales sólo 41,4% la utiliza. En general, solo el 79,9 % de la población usa internet. Creo que es momento de ponernos a pensar en que significan estos números, en cómo se compone el valor mensual del servicio que abonamos y las repercusiones a futuro que habrá, sobre todo para quienes no están accediendo. Si la historia la escriben los que ganan, hoy van ganando sin dudas, los que mejor pueden usar las tecnologías y tienen un mayor acceso a ellas.

La red mundial es hoy es el puente para acceder a derechos fundamentales como educación, salud, trabajo, cultura, a una cuenta bancaria, etc. Todo trámite es no menos que una app. Y en este sentido considero que, de rescatar algo positivo de la tragedia, sería la solidaridad. Hay diferentes generaciones ayudándose mutuamente, e incluso una necesidad por parte de muchos adultos jóvenes de recurrir a los millennials para poder resolver ciertos quehaceres fundamentales y cotidianos.

Por otra parte Paula explica que en los trabajos, “se genera una cuestión mixta, de gente que está presencial y gente que está virtual y eso es algo que llegó para quedarse. Hoy muchas empresas cerraron sus oficinas físicas directamente y se volcaron al teletrabajo, con las cuestiones laborales que esto implica sobre los derechos de los trabajadores. Las cuestiones de cobertura de ART y un montón de detalles que replantean todo en muchos niveles. Como en la educación, el esparcimiento. Fue el año en que tuvimos que reinventarnos.”

Creo que a muches que nos vimos ante la necesidad de tener que trabajar desde el hogar, en algún momento se nos abrió una puerta para volver pensar en esta idea fundamental de que somos los dueños de nuestros medios de producción, de nuestro tiempo y en qué hacer con eso. Sin embargo, el gobierno nacional pudo aprobar y publicó la Ley de Teletrabajo que entró en vigencia el primero de abril de este año y “modifica la ley de Contrato de Trabajo para regular los derechos y obligaciones de las partes en la relación laboral que se desarrolla a distancia”. Establece que el empleador debe aportar el recurso material para poder llevar a cabo la labor y limita el nivel de exigencia que éste puede ejercer sobre los trabajadores.

Especialmente durante el año pasado, hubo un altísimo número de empleados, tanto del sector público como privado, que se vieron forzados a instaurar el ámbito laboral en su ámbito privado del hogar. Se encontraron de repente, sobrepasados de tareas, a partir de que también se modificó la concepción del tiempo. Lo cual, de no estar ahora regulado por la norma, pudo haber abierto puertas a nuevas formas de explotación y flexibilización del empleo. Quisieron dar por hecho que al estar en nuestros hogares, teníamos que tener disposición para el trabajo las 24 horas, en muchas ocasiones sin planificación, ni avisos previos respecto de las actividades que se nos indicaba realizar, llegando éstas en varias oportunidades bajo condición de urgentes. Casi como si no fuese nuestro derecho de antemano, el que se respete la jornada laboral preexistente para que podamos continuar con nuestra vida privada, actividades sociales, recreativas, de formación, etc. Aunque más no sea, por los medios virtuales que hoy se nos imponen. Sin tener en cuenta tampoco, los efectos del trauma social. Pero también emocional e individual, que nos generó a todes de diferentes maneras el aislamiento forzado.

“Además de que sea un acontecimiento traumático mundial. No quedan dudas de que va a haber múltiples memorias, individuales y colectivas. Y es que ya se están generando esos procesos en los que mientras van sucediendo las cosas, contás cómo los estás viviendo”, comenta Florencia.



Algunes, no solo tuvimos que lidiar con la soledad del cuerpo durante meses, sino también con jornadas interminables de trabajo por contar con recursos propios muy básicos para ello. Rotura de equipos que debimos resolver y jefes que se excedían en casi todo lo que hoy la ley contempla y regula. Aunque lo más terrible de la situación recae sobre quienes directamente perdieron el trabajo. En este sentido, no basta con que esté escrita una Ley. Tenemos que avanzar en su aplicación, en perfeccionarla si fuera necesario y sobre todo, en pensar y planificar cómo serán los empleos del futuro. Así como también, volcarnos a pensar nuevas formas de educación.

Es inminente poder encontrar el cómo recomponer el empleo y el resto de las actividades que configuraban nuestra vida social, económica y emocional, enfocándonos también en tratar percibir y comprender cuáles serán las verdaderas necesidades del próximo mundo, en un contexto de convivencia con la muerte que da muy poco tiempo para pensar y obliga a todas las personas y a los gobiernos del mundo entero a la acción permanente. Sin embargo, en contraposición a esta carga negativa, Florencia también opina: “En cuanto al acceso creo que dio un impulso a cosas que ya estaban instaladas. Como que puedas hacer cursos de otros países, comunicarte, que se hagan conferencias, juicios de lesa humanidad a través de herramientas tecnológicas, que los pueden ver de todo el país y gente de otros países también en vivo, lo que pasa en una audiencia. Creo que son todas potencias que tiene la tecnología. Por ahí, algunas estaban más exploradas y otras no. Hubo que arremangarse y hacerlo. No creo que sea ni bueno ni malo. Todo depende del uso que le demos.”

“Hay un autor, Andreas Huyssen – continúa Florencia – que habla sobre el boom de la memoria en los 90’ y dice que el acceso a la utilización de cámaras fotográficas, videos, el arte, lo que ha hecho es que estemos generando continuamente materiales sobre nuestro presente pero en vistas a futuro. Entonces, estamos permanentemente generando materiales y de hecho ya hay series fotográficas sobre el aislamiento, textos, la cantidad de libros que se escribieron. Además de que sea un acontecimiento traumático mundial, no quedan dudas de que va a haber múltiples memorias individuales y colectivas que ya se están generando.” También considera que, “va a haber hasta un exceso de memoria” y que por tratarse de un acontecimiento traumático requerirá de mucho trabajo social. Pero también individual, para poder construir una memoria colectiva.

Muchas personas también, además de registrar lo que ahora acontece, se han volcado a investigar otras pandemias, de las cuales han quedado pocas referencias. Quizás su duración, la cantidad de muertes y nada más, ni nada menos, que el remedio. Y mientras escribo este artículo, creo que es importante nombrar que a pesar de todo y la gran crisis, en Argentina se ha podido empezar a producir la vacuna Sputnik-v contra el coronavirus. Lo cual nos inyecta otro tanto de esperanza y alivia los miedos para poder salir adelante.

Al final, el futuro se adelantó y no nos hemos constituido como cybots. Más bien parece que muches estamos en la batalla por no volvernos máquinas. Pero necesitamos acceder a ellas como nuestros elementos periféricos y fundamentales de subsistencia. Para que en el aislamiento, nos permita además reconfigurarnos y también registrar lo que nos pasa, en post de que la memoria nos ayude a permanecer humanizados y con acceso a todos nuestros derechos.


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