En la provincia de Buenos Aires, a mediados del siglo XIX, se fue incubando una clase social terrateniente perteneciente a las principales familias patricias que habían obtenido tierras durante el proceso independentista primero y luego en las sucesivas campañas al “desierto”, al tiempo que se consolidaba la dependencia de Gran Bretaña, obteniendo éstos lo que no consiguieron en las dos invasiones inglesas. Recordemos que muchas familias adineradas estaban contentas y apoyaban a los ocupantes. Solo la resistencia de los estratos bajos de la sociedad y otros patriotas comprometidos con la causa libertaria pudo liberarnos del nuevo yugo.
Estos grupos terratenientes se consolidan como actores políticos conformando así la llamada oligarquía, que propiciaba el gobierno de unos pocos. Esto pudo suceder gracias a la derrota temporaria del proyecto de la Patria Grande condensado en los federales y sus distintas luchas llevadas a cabo contra los planes unitarios, lucha aún inconclusa.
En este contexto, durante la presidencia de Bartolomé Mitre -fundador del diario La Nación- nace el 10 de julio de 1866 una “ONG” denominada SRA (Sociedad Rural Argentina), que tendrá como principal objetivo desarrollar las capacidades productivas agropecuarias.
Para el desarrollo de sus actividades consiguió las instalaciones que aún hoy ocupa, el Predio Ferial de Palermo. El presidente Domingo Sarmiento cede una parte del Parque 3 de Febrero -zona de Palermo - para este fin. Lo curioso es que este parque fue propiedad del gobernador Juan Manuel de Rosas y confiscado luego de su derrota en la batalla de Caseros, un 3 de febrero de 1852. Si de operaciones simbólicas hablamos vaya aquí un ejemplo.
En realidad resultó ser una importante fuerza política patronal que, para mantener sus “derechos” no dudó en “prestar” presidentes a la nación o apoyar golpes de estado cuando éste no gobernara acorde a sus intereses. Incentivó el genocidio de los pueblos originarios - uno de sus primeros presidentes, Estanislao Zeballos, quien fue el ideólogo de la campaña al desierto y escribió el libro “La conquista de quince mil leguas”, un verdadero manual de inteligencia (preludio de lo que vendrá) y compendio de una ideología de aquella época, llena de racismo e intolerancia asentada en la oposición entre Civilización y Barbarie de Sarmiento y que resultó en el brutal exterminio de las poblaciones originarias. Causó una alta mortandad en su población y produjo un proceso de aculturación y sometimiento a servidumbre a un numeroso grupo de hombres, mujeres y niños de los pueblos originarios que resultaron vencidos. Hay que destacar que existían varios tratados de paz entre caciques originarios y el Estado argentino que fueron violados por las autoridades “blancas”.
En 1935 la Sociedad Rural realizó un acto de homenaje al rey Jorge V de Inglaterra. El embajador inglés afirmó en dicho evento que “la Sociedad Rural era la personificación de la amistad anglo-argentina”.
Cabe destacar también su participación en el primer lockout patronal ¿Te suena actual? junto a otras corporaciones como la Unión Industrial y la Bolsa de Comercio, para oponerse a la sanción del aguinaldo para todos los trabajadores creado por el entonces Coronel Perón (Aún hoy el aguinaldo no es una práctica generalizada en el mundo).
El libro de Estanislao Zeballos sirvió para dar letra al congreso, que debía sancionar una ley de avance de la frontera pero también contribuiría a aliviar la conciencia y afirmar las convicciones de los oficiales que emprenderían la misión, a sabiendas que “ejecutarían” una masacre en nombre del positivismo y el progreso universal. Lo que realmente se estaba llevando a cabo era la integración de la nación Argentina a la División Internacional del Trabajo como productora de bienes primarios – una suerte de supermercado del mundo de aquel entonces - proceso encabezado por la industrializada y dueña de los mares doña Inglaterra.
Este presidente de la SRA, en sus descripciones literarias solo tiene ojos para la oportunidad de negocios, como obtener tierras para pasturas, la explotación forestal, la extracción de minerales, las vías navegables para extracción de las riquezas a través de los ríos que partiendo de Mendoza desembocaban en el Atlántico. Pero nada ve de lo humano, que lo observa destinado a la servidumbre como mano de obra o su aniquilación si se rebela en contra de la dominación territorial.
La campaña “Remington” de Roca estuvo financiada por los estancieros bonaerenses con el presidente de la SRA a la cabeza, don José María Martínez de Hoz. Se incorpora de este “loable” modo millones de hectáreas que se reparten entre los estancieros de la institución, entre ellos las familias Anchorena, Álzaga, Alvear, Azcuénaga, Bosch, Castro, Díaz Vélez, Dorrego, Eguía, Echeverría, Escalada, Ezcurra, Gallardo, Garrahan, Irigoyen, Lacarra, Larreta, Lynch, Miguens, Obarrio, Ocampo, Ortiz Basualdo, Otamendi y Sáenz Valiente.
Los Martínez de Hoz, una familia española llegada al Virreinato del Río de la Plata como traficante de esclavos se convirtió en terrateniente y aún hoy domina la escena. El ministro de Economía más famoso de la última dictadura militar era bisnieto de aquel traficante de esclavos.
Una “justa” y “bendita”” retribución por el capital privado y recursos cívicos aportado a la causa, un modelo de progreso que la generación del 80 tenía como horizonte.
La “conquista del desierto” fue la coronación de la conquista española, una especie de “ponerle el moño” para sellar a fuego el proyecto liberal y concluir con ese Otro extraño, improductivo y no homogeneizado a las reglas del capital y el nuevo orden mundial para esta parte del mundo.
Para la SRA y los poderes fácticos consolidar la frontera, apropiarse de tierras indígenas y afirmar el principio de la propiedad individual eran requisitos para una expansión en la que las parcialidades indígenas no tenían cabida y cuya presencia se convertía en un problema.
La oligarquía argentina fundadora del Estado nacional, responderá con la profundización de un modelo agroexportador dependiente, abasteciendo la demanda de las potencias centrales del momento y hegemonizadas por Gran Bretaña. Dentro de este esquema es imprescindible contar con una institución patronal con peso político como la SRA, actor cuyo papel principal será ejecutar el guión asignado a la periferia articulando las demandas del sector agropecuario con las políticas públicas del naciente estado, o sea: “hacer uso del estado en beneficio propio a costa de las grandes mayorías de entonces y de hoy”.