Texto: Demián Segura (sobre texto de Michel Foucault)
Entre 1966 y 1968 Michael Foucault fue invitado a Túnez, norte de África (colonia francesa hasta 1956) a dar una serie de clases o seminarios, y el texto en cuestión - “La pintura de Manet”- es, en realidad, la grabación de una charla expositiva que fue transcripta y publicada aproximadamente 20 años después.
Como sabemos los docentes, cualquiera puede tener un día algo mejor o peor para dar una charla. Y seguramente un mal día de Foucault sería algo que difícilmente pudiéramos alcanzar en la más alta de nuestras inspiraciones. Así que antes que nada recomiendo esta lectura ya que es muy llevadera, interesante y tiene la frescura propia de una charla en directo ante un auditorio.
Al poco tiempo de iniciar su conferencia Foucault suelta una gran sentencia:
(…) “Más allá del impresionismo, lo que Manet hizo posible es, me parece, toda la pintura posterior al impresionismo, toda la pintura del siglo XX, la pintura en cuyo marco se desarrolla aun hoy el arte contemporáneo.” (1)
En este párrafo aparecen dos cuestiones que marcan el terreno desde el punto de vista ideológico.
Primero, es la reafirmación de la hegemonía francesa en el pensamiento y la cultura pretendidamente universal. Es un filósofo -francés- el que viene a señalar la idea de que un pintor -francés- posibilitó todo el arte pictórico que vino después. La llave que abre las puertas c'est fabriqué en France.
¿No será demasiado decir ya para esas épocas que la pintura contemporánea toda era subsidiaria de la obra de Manet? ¿Acaso el Pop Art norteamericano (que seguro algo le debe al buen Manet) no le debía igualmente a la gráfica publicitaria, el cine y la televisión, o al bueno de Hopper?
La segunda cuestión es la idea de una historia que se desarrolla linealmente en una misma dirección constante: los que vienen le deben al que estuvo antes, en una secuencia encadenada. Y esto no es necesariamente así, sobre todo en el campo del arte. Deberíamos admitir, aunque sea, la existencia de varias historias posibles que se desarrollan en paralelo y de las cuales vamos accediendo sólo a recortes. ¿Quiénes hacen esos recortes y por qué? ¿Quién nos baja línea y con qué intenciones? No podemos dejar de hacer estas preguntas desde este lado del charco, si es que alguna vez queremos construir una identidad cultural propia.
En el desarrollo de la charla Foucault se detiene en tres aspectos básicos y aclara bien que no va a analizar otros. Estos son: El espacio de la tela, La iluminación, El lugar del espectador. Reúsa, por ejemplo, analizar el asunto del color por ser una de las cuestiones - según él - más evidentes, superficiales y estudiadas ya por otros. Pareciera que el autor quiere ir directamente a lo “importante” de las pinturas y no detenerse en los pormenores de la materia. Busca conectarse con el pensamiento profundo del propio Manet y lo hace por supuesto desde cierto punto de vista. Se sabe que Foucault fue uno de los pensadores más destacados del siglo 20. También se sabe que nunca en su vida pintó un cuadro.
Foucault hace un gran análisis respecto a cómo Manet construye el espacio de sus cuadros rompiendo ciertas tradiciones de la pintura occidental, (2) colocando elementos que tienden a la reafirmación del plano mismo del cuadro y también utilizando variaciones que ponen en jaque la comprensión lógica por parte del espectador respecto de las escenas representadas. Este es sin duda el punto fuerte de la charla. Nos hace ver cómo Manet desafía la lógica del espectador al colocar elementos disonantes respecto de una escena real. Incluso la incorporación de espejos, que no es en sí novedosa en la pintura, pero que esta vez reflejan algo diferente a lo que deberían. La idea del reflejo de la imagen se asocia a la idea de la reflexión acerca de la imagen. Se abre una dimensión diferente de análisis e interpretación. Aplausos.
Resulta muy llamativo acá que nada se mencione sobre las influencias de la fotografía y del arte oriental. En ambos casos, los aportes fueron fundamentales para la concepción moderna del espacio pictórico que tanto interesa a Foucault. La primera le aporta a la pintura encuadres y puntos de vista totalmente nuevos. Manet tenía un vínculo directo y comprobado con la fotografía. (Nota: buscar en Google “fotografía + Manet y aparecen retratos del artista y fotos coloreadas por él) El arte oriental, por otro lado, estaba muy de moda en las clases burguesas francesas: todo tipo de ropas, accesorios y, por supuesto, las famosas estampas que muchos pintores admiraban y coleccionaban. Ambas cosas – fotografía y arte oriental- brindan unas nociones del espacio totalmente diferentes e influyen en forma decisiva para salir de la lógica del espacio clásico renacentista. ¿Será acaso motivo de omisión que ninguno de estos aportes haya sido de origen puramente francés? (3)
Continúa el texto/charla y no quedan dudas que aquella primera afirmación rimbombante tiene algo de asidero finalmente: Manet fue un transgresor. Una figura controvertida en su época que rompió cánones y aportó otras formas. Un gran artista singular que influyó sobre muchísimos otros. Tampoco quedan dudas de que el análisis del gran filósofo francés hace un excelente aporte y nos ayuda a ver las obras desde otra perspectiva.
Diré también que como todo análisis es parcial, incompleto, subjetivo y cargado de ideología. Y lo mismo es esto que hago yo acá al hablar de “La pintura de Manet” de Michael Foucault. Comento lo que me parece y recomiendo una lectura, a la vez que me permito – disculpe usted- desconfiar un poquito de los franceses.
(1) Cita Pág. 12. Michael Foucault: La pintura de Manet, 1° Ed. Fondo de Cultura Económica, 2015, CABA
(2) Foucault conoce muy bien esta tradición por haberla estudiado en profundidad
(3) Si bien puede hablarse del daguerrotipo, la fotografía en sí se desarrolla en simultáneo mediante múltiples aportes